Ayer de nuevo llamó Querubín. Supongo que estarán expectantes por conocer las últimas novedades de este adolescente bilbaíno en Londres, se las desvelare con sumo placer.
Estaba exultante de alegría mi ángel. Los motivos eran múltiples y variados:
1.- Había comido (al fin) alubias (de esas de lata que comen los y las inglesas y que nadie más en el mundo mundial quiere probar (excepto Querubín). Estaba feliz. También es cierto que tal vez fuese lo único caliente que había caído en su estomaguito desde el sábado a la noche (que aún estaba en su casa). Se preguntarán Ustedes: ¿Cómo reaccionó mi ulcera?. Les contestaré: Perfectamente, le había tapado los oídos en previsión de lo que pudiera contarme mi ángel.
La verdad es que como madre preocupada por la nutrición de mi niño, el menú que le ponen en esa casa supuestamente "acogedora" es de mear y no echar ni gota (se que es una frase no muy fina, pero expresa de manera sutil y a la par precisa lo que quiero decir).
Por la mañana desayuno típico spanish: leche con cereales y tostada, al mediodía deciden darles de comer algo inglés: un sandwich con cebolla y salsa picante y para cenar ayer pasaron al menú américano: hamburguesa con patatas y alubias. Sano, sano y con fundamento (y globalizador).
2.- Habían ido a visitar un centro comercial (el más grande de Europa, les dijeron). Siete plantas de tiendas y cines. ¿Qué más quiere un adolescente con dinero en el bolsillo?. No creo que cuando se eche novia venga tan entusiasmado a hablarme de ella como ayer explicándome como era el centro comercial (de los que yo opino, por cierto, que visto uno, vistos todos). Este debía ser más de lo mismo, pero más grande (y ya se sabe que a los hombres esto del tamaño siempre les ha preocupado).
3.- Era el feliz propietario de unas playeras nuevas. Para Querubín, por si no lo sabían, el colmo de la felicidad pasa por estar tumbado en el sofá con el estómago lleno, la tele encendida y unas playeras recién estrenadas en los pies. Magnificas, maravillosas, preciosas.... no tenía adjetivos suficientes para describirme las playeras de 37 pounds que se había autoregalado. Sin palabras me quede.
Ya colgamos el teléfono y dos minutos después recibo un mensaje de esos con foto. ¡¡Que ilusión!!. ¿Será mi niño con el Big-ben? ¿Querubín delante de Buckingham Palace? ¿Angél mío y su grupo?. Casi no atinaba a abrir la foto de la emoción y me encuentro....una preciosa imagen de unas playeras del 45 nuevecitas, nuevecitas (con la caja y todo las retrato la criatura).
El próximo sujetador que me compre le mando foto (y ojala la abra delante de sus amigos y muera de vergüenza).
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