Querubín siempre ha tenido una relación muy especial con los Reyes Magos (el es como muy de conservar las tradiciones) y sin embargo lloraba como un descosido en el momento en el que se le acercaba un Santa Claus (de los de los centros comerciales, que la verdad, son para llorar con esas falsas barbas y esos cojines en la barriga).
Nosotros, sus queridos padres, nos encontramos con el problema de que Querubín llegaba a los diez añitos y aún no daba muestra alguna de saber nada sobre la verdadera procedencia de los regalos del 6 de enero y aunque creíamos que debía enterarse antes de llegar al bachillerato, nos daba pena romper esa bonita ilusión.
Un día, Querubín y un amigo suyo estaban bajando las escaleras de un centro comercial y detrás de ellos estábamos la madre del amigo y yo. Querubín se dio la vuelta y dijo: ¿Es verdad que los Reyes Magos no existen?. La otra madre y yo nos miramos y decidimos dejar para casa aquella conversación.
Al llegar a casa, llevé a Querubín a su cuarto y lejos de los aún tiernos oídos de su hermano retomé la conversación.
Yo: "Mira cariño, antes me has preguntado si los Reyes existen. Bueno, pues no, los Reyes Magos le llevaron a Jesús regalos y nosotros, los padres y las madres seguimos esa tradición y dejamos regalos a nuestros hijos"
Querubín: "No, no te preocupes, que yo si me creo lo de los Reyes"
Yo: "Que no cariño, que no existen"
Querubín: "Amatxuuuu, que les he visto cuando van al coleeee"
Yo (Sacando fotos del álbum familiar): "¡Que no, que Melchor es tu tío disfrazado!! ¿no le reconoces?
Querubín (un poco nervioso): "¿y Baltasar, ¡¡Que Baltasar es negro!!"
Yo (también un poco nerviosa): "Chico, pues un amigo de una profesora que es del Congo".
Querubín: "Vale (en un tono bastante seco)"
Yo: "Por cierto cariño, ahora tienes que callarte y no decirle nada a tu hermano, ehhh¡¡ Tienes que hacer como cuando te dije lo del Ratoncito Perez que nunca has dicho nada".
Querubín (comenzando a llorar a lágrima viva): De, de, de eso ya no me acordaba¡¡¡¡¡
Un rato de abrazos después me miró y preguntó: "El Olentzero si existe, ¿verdad?"
Yo: "Si cariño, si, ala duerme (al fin y al cabo que más da que lo sepa en bachiller que en la Universidad, pensé).
Sinceramente nunca he vuelto a tocar este tema con él, parece por sus comentarios que alguien le quitó la ilusión del Olentzero, pero no fui yo. Tampoco le he hablado aún de la cigüeña ni del hombre del coco, ¡¡¡no me atrevo!!!.
Para contarle lo de la cigueña estas en el momento idoneo,je,je,je.
ResponderEliminarBesitos y pasadlo bien estas Navidades.
May.