En estos fríos días en los que la masa de aire siberiano amenaza Bilbao (prometiéndonos una nieve que no acaba de llegar), Querubín sale a la calle vestido de una peculiar manera.
Mi criatura lleva guantes de cuero (robados a su querido padre), una bufanda (cogida del armario de su querida madre), una chaqueta de invierno (¡¡¡bien!!!) y...una camiseta. Podrían Ustedes pensar que en esta indumentaria falta un jersey (estamos a 2º), pero entonces pensarían lo mismo que yo, pero no lo mismo que Querubín.
Ayer mismo entraba en casa aterido de frío y agradeciendo el calor del hogar (esta vez en su sentido más literal), pero sin jersey.
A la tarde mi criaturita se fue a entrenar. Como saben Ustedes de otras ocasiones, mi niño es un sabio y como tal es despistado. Imaginen, imaginen...no había entrenamiento, con lo cual estuvo una hora dando vueltas por el barrio a la búsqueda de algún familiar cercano (no llevaba móvil ya que al final el puck le pidió el pin y luego...vamos, que no sabe donde está) para poder entrar en casa (no llevaba llaves, ya que se le habían olvidado) y entrar en calor.
Cuando nos lo encontramos (sus tíos y yo) estaba enrojecido (no sabemos si del frío o de llevar una hora corriendo por todo el barrio) y en pantalón corto, camiseta y chamarra. Sus tíos se horrorizaron y apenaron, a mi (mucho más acostumbrada a las querubinadas), me entró la risa.
Cuestiones para meditar:
¿Por qué no había entrenamiento y Querubín no se había enterado?
¿Por qué teniendo jerseys y sudaderas no los usa en invierno?
¿Por qué NUNCA lleva el móvil?
Lo de la ropa de abrigo es un misterio PERO DE LOS GORDOS.
ResponderEliminarNuestro individuo también parece haber desarrollado una intolerancia aguda a la lana y a cualquier tejido que abrigue en general que tiene a mi mujer de los nervios.
A mí un poco menos, lo que no quita para que el otro día, oyendole decir (refiriéndose a MI abrigo): "un día, este te lo robaré..." me entrasen ganas de fracturarle el cráneo con un palo de hockey que tengo en el estudio por si algún día entra un ladrón.
Pero si tiene ocho veces más ropa que yo, el tío sinvergüenza...
Enhorabuena por el blog.
He reído y llorado a la vez...
Esta es la empatia que nos da el conocimiento.
ResponderEliminarSuerte con vuestro adolescente.
Esta mañana, después del triunfo de nuestro querido Athletic, mi pequeño se le ha ocurrido lucir la camiseta (fina, delgada y de manga corta)y llevarla a clase... Ante la nevada que se avecinaba y las bajas temperaturas reinantes de las siete de la mañana, le he propuesto amablemente que encima se ponga la sudadera y después la chamarra...Con los ojos como platos me mira con cara de pokér y me responde...¡si hombre, para que no se vea! Además no hace demasiado frío. Sin más, y son 18 años...¡PACIENCIA NOS DE DIOS!
ResponderEliminar¿18 años?
ResponderEliminarPero, ¿cuanto dura esto?
No me mintáis, por favor...
p.d. Como profesional del ramo, me voy a permitir haceros una recomendación: los libros de unas tiras cómicas llamadas "Zits", escritas por Jerry Scott y dibujadas por Jim Borgman, cuentan la vida de un fulano de 15 años, sus amigos, su familia y demás víctimas colaterales con una perspicacia, un sentido de la observación y un realismo que os pondrán los pelos como escarpias del nº7.
Conclusión: iguales en cualquier latitud del planeta.
No me extraña que se hable de la adolescencia como de una etapa que "se supera"...
He estado fisgoteando las tiras "Zits" y me han parecido buenísimas. Tienes razón, la adolescencia es igual en todas partes y además se olvida pronto (o acaso recordamos haber sido "tan adolescentes").
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