¡¡Querubín ha vuelto de vacaciones!!. Logicamente tenía que comenzar el curso, muy a su pesar, y a principios de este mes volvimos del pueblo para instalarnos de nuevo en la ciudad (o villa en este caso).
Para él ha sido más duro que para los demas ya que en el pueblo ¡¡se ha enamorado!! y así, con cara melancolica y nostalgica nos trajimos al angelito de vuelta a casa. La estampa de Querubín desde entonces es la de un adolescente pegado a un movil, con cascos puestos y aislado totalmente de todo aquello que le rodea.
Pero no sufran por Querubín, no lo hagan. La criatura se desfoga de sus demonios internos amargando la vida de Querubincito (cuando a este ultimo no le da tiempo a escapar) y de sus queridos progenitores (mi media naranja y yo) cada vez que abre su linda boquita.
A nosotros si nos está costando la adaptación. En el pueblo Querubín salia por la mañana (mas o menos a la media hora de levantarse), volvía para comer (siempre un poco tarde), se marchaba hacia las cuatro de la tarde, reaparecia para cenar y volvia a marchar hasta las doce (hora oficial de llegada) y media (hora real de llegada). En todo el verano nuestra unica tarea con el angelito ha sido la de tener comida en la mesa y decirle esas bonitas frases que en su momento nos dijeron a nosotros:
- "Tú que te has creído, que esta casa es una posada"
-" La siguiente vez que llegues tarde te lo descontamos de la hora de llegar mañana"
-"¿No pensarás irte sin recoger tu cuarto, que crees que estas en un hotel?".
Sabíamos perfectamente que eran frases que directamente traspasan la figura adolescente para derramarse en la nada, pero que narices, las tradiciones hay que respetarlas.
Ahora, sin embargo, hemos vuelto a la rutina. Querubín desayuna en casa, come en casa, merienda en casa, cena en casa, estudia (je,je,je) en casa, ve la tele en casa, vamos, que está en casa y hay que aguantarle. La verdad, nos está costando. Mi media naranja se lo toma con más filosofia, pone el volumen de los cascos un poco más alto y ya está, yo consigo sobrellevarlo con orfidales, pero mi ulcera, mi ulcera está fatal de lo suyo.
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