miércoles, 14 de septiembre de 2011

3º ESO

Querubín ha empezado 3º de la ESO y algunos días entra a las 8 de la mañana a clase (hasta ahora siempre había entrado a las 9). Hoy era el primer día con ese horario y mi ángel (que es físicamente un clon de su padre) ha heredado, sin embargo, de mi un fantástico despertar.

Lugar: mesa de la cocina
Hora: 7:15 a.m.
Personajes: Querubín, mi ulcera y yo
Fecha: hoy

Yo (por deferencia a mi ángel, que yo no hablo por las mañanas tan pronto): "¿Hoy tienes gimnasia?"
Querubín: "¡¡Ya te dije ayer que no!!"

Gran silencio mientras bebemos la leche y nos pasamos las galletas (mi ulcera agradece el desayuno tranquilo)

Más silencio cuando acabamos. Silencio enorme mientras nos vamos cada uno a un baño.

Oigo como se lava los dientes. Va a su cuarto (creo que aún está dormido y se guia como los murciélagos por alguna señal ultrasónica), se viste y vuelve al baño. Oigo de nuevo como se lava los dientes (no piensen que es muy limpio, es que está dormido y no se acuerda de lo anterior).

Voy a su cuarto y abro la ventana mientras Querubín me mira como asombrado y reacciona al fin: "se me había olvidado abrirla", dice. Se viste y se va.

Yo, madre enternecida por el madrugón de mi criatura (a pesar de que ese madrugón es el que yo me doy todas las mañanas para ir a trabajar), miro por la ventana para asegurarme de que llega hasta la cuesta que sube al colegio. Al verle tan pausado, tan tranquilo, tan dormido aún, me entran ganas de gritarle. Me contengo y me alegro de haberme contenido al ver a dos chicas con el uniforme del cole en la cuesta (mi psicología me dice que quizás le hubiese avergonzado un poquito ver a su madre en la ventana saludándole y mandándole un beso)

Desde mi situación privilegiada (ventana de un noveno piso) veo como las dos se giran y ven subir a mi dormido adolescente. Una de ellas se para y se saca una piedrecita del zapato. A los dos segundos la otra para y se saca otra piedrecilla del zapato. Un segundo más tarde la primera para de nuevo y busca algo en la mochila. Querubín las alcanza y se acaban los problemas de ellas con las piedras.

Suena el portero automático, es el amigo de mi ángel con el que al parecer había quedado para ir juntos al colegio. "Lo siento, Querubín iba muy dormido", es lo único que acierto a responder (lo de que es un irresponsable y un desconsiderado se lo diremos esta tarde entre mi ulcera y yo al angelito). Me tengo que ir a trabajar y ya estoy agotada, van a ser terribles los miércoles por la mañana este curso.

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