miércoles, 29 de junio de 2011

LONDRES

Querubín me deleita día a día con sus llamadas y mensajes desde la capital londinense. Sus preocupaciones son por este orden:

1.- La comida
2.- La carestía de la vida

Las conversaciones que mantenemos son más o menos así:

Yo:-Hola cariño, ¿Qué tal estas?
Querubín:- ...bieeeen...La comida es muy mala.
Yo:- ¿Qué te han puesto hoy para comer?
Mi cielito: Unos sandwiches parecidos a los de ayer, pero hoy me los he comido mejor.
Yo:- ¿Estaban más ricos?
Angelito:-No, pero yo tenía mucha más hambre.
Yo:-¿Por lo demás que tal?
Querubín: -El desayuno una porra, es lo único que no nos ponen ingles. Nos dan leche con cereales y una tostada.
Yo:- Bueno, por lo menos eso es como lo de aquí.
Cosita:-¡¡¡Pero yo quería probar las tostadas con alubias!!.
Yo (intentando controlar las arcadas de mi ulcera):-casi mejor, cariño. Cuentame algo más.
Querubín: Está todo muy caro. Me compré una hamburguesa de una libra.
Yo:(con un tono un poquito más alto): ¿Y lo demás, cielo? ¿Las clases, las excursiones, la gente, la familia...?.
Ángel: -Bien. También me he comprado dos botellas de agua, muy caras, que hace mucho calor.
Yo:-Pues nada guapo, voy a colgar que la llamada también es muy cara y tu padre está preparando una pizza para cenar (así se lo dije, sin resquemor).

También me manda mensajes:

Ayer, 17:00 h"estoi (y yo estudiando lengua de 2º eso como una loca) en Londres (yo contenta con la información ya que el vuelo era para Londres). Hay una tormenta y tenemos que ir al de ciencias." Estos mensajes son tranquilizadores e informativos. A cualquier madre le gusta saber que a muchos kilómetros de distancia un hijo suyo (aunque sea un adolescente) está en mitad de una tormenta (que además le aterran) para ir al (supongo) museo de las ciencias.

Ayer, 20:30 h "el museo como el de San Sebastian (y nosotros pagando una fortuna para mandarle a Inglaterra), pero una lata. Todo en inglés y no me entero de nada". (lo único positivo que saque de esto es que mi niño distingue el inglés escrito de otros idiomas)

Hoy aún no tengo noticias de él, pero supongo que a la tarde me informará de la cena de anoche y de la comida de hoy. A mi ulcera voy a comprarla tapones para los oídos.

lunes, 27 de junio de 2011

QUERUBÍN SE HA IDO A LONDRES

Ayer por la mañana Querubín se marchaba para Londres. Se iba con el colegio (benditos profesores que ejercen también en verano) para quince días.

El día anterior me dijo que estaba muy nervioso y que seguro que dormía mal, pero a las diez y media de la mañana tuve que despertarle, ángel mio. Desde esa hora hasta las doce y media tuvimos una pelea tras otra (no sé si era para que no me diese pena verle marchar o para llevarse puestas las de los siguientes quince días),con lo cual conseguí que sólo se me escapase una lágrima al decirle adiós -no tengo remedio-.

Como es su costumbre, me dio un beso a regañadientes y me mando un  mensaje antes de que el autobús arrancase y otro al llegar a Londres (mi niño se lleva bien con las nuevas tecnologías y además las pago yo, así que le da igual).

Esta mañana a las 8 y media de la mañana hora de Londres, me ha llamado para contarme la cena de ayer. Supongo que a Ustedes les parecerá una extraña conversación, pero no. Querubín si ha comido bien está contento y parece ser que cenó en condiciones.

Mientras hablaba con él, su hermano (que le conoce bien) preguntaba: ¿Qué tal ha desayunado?. Aún no lo había hecho, así que nos quedaremos con las ganas de saber que tal le ha ido hoy hasta la noche.

Lo que tengo claro es que Querubín otra cosa no, pero seguro, seguro que su vocabulario al volver de Inglaterra le capacita para trabajar en un restaurante. Lo demás lo dirá en castellano...¡¡para que esforzarse!!.

lunes, 20 de junio de 2011

MODA IV

Querubín es atérmico. No es que sea caluroso, ni friolero, es...diferente.

Verano, 40º a la sombra, en el pueblo (camino al sol hasta llegar a las piscinas) y Querubín va con pantalón largo y sudadera (bueno, intenta ir).

Invierno, 5 de enero, 3º al sol, en Bilbao, cae agua-nieve y Querubín pretende salir a la calle en pantalón corto.

Diez de la noche, febrero, calefacción central, 25º en casa. Querubín se va a la cama con pijama de invierno y edredón nórdico.

Diez de la noche, agosto, 28º en casa.Querubín se va a la cama con pijama de invierno y edredón nórdico.

Diez de la noche, mayo, 19º en casa. Querubín se va a la cama con pijama de invierno y edredón nórdico.

Lo cierto es que si vas a la calle un tres de diciembre y ves a un grupo de adolescentes (chicos y chicas) alrededor de unas cuantas botellas y te fijas en su indumentaria, te darás cuenta que ellas llevan una camiseta de manga corta y una chaqueta ceñida no muy gorda y vaqueros. Ellos, llevan una chamarra (con gorro, por supuesto) y vaqueros. Si les ves un 8 de agosto, llevarán la misma ropa (o muy parecida). Esto me consuela un poco y miro a Querubín como parte de un grupo, que siempre es un alivio para una madre.

Yo, para esas alturas del año he sacado ya el abrigo de plumas (tipo edredón nórdico portátil) y la bufanda y guantes (y a pesar de todo necesito un café cada tres horas). Mi ulcera me dijo que es cosa de la edad, pero yo he tenido que disentir en esta ocasión. Los factores que hacen que una persona sea atérmica no son sólo generacionales, también influye la procedencia. Fijense Ustedes en esas mujeres procedentes de países caribeños que venidas a vivir al País Vasco, salen a la calle en noviembre en camiseta de tirantes y sandalias. ¿Por qué, me pregunto yo?.

Entendería que una Finlandesa, por poner un ejemplo, llegará aquí el 3 de enero y al aterrizar en Sondika se quitase la chamarra y comenzase a abanicarse. Sin embargo no puedo entender, como yo, de Bilbao de toda la vida tengo que usar katiuskas cuando llueve y ellas, de la República Dominicana vayan en sandalias.

¡¡Que envidia me da la atermia!!.


sábado, 18 de junio de 2011

PELEAS ENTRE HERMANOS

Ayer, Querubín y Querubincito comenzaron a pelearse con más agresividad de la normal.

Yo estaba enfrascada en el estudio de la lengua española de 2º de la ESO (que creo que este año la voy a aprobar con buena nota) y mi ulcera estaba descansando. En esto comenzamos a oír gritos.

Querubincito acusaba a su hermano de meterse con él todo el rato (lo cual es cierto) y Querubín acusaba a Querubincito de que le insultaba (en esos momentos el pequeño de la familia es capaz de sonrojar con su vocabulario a cualquier aguerrido camionero de Alcorcoz del Pozo).

Mi ulcera y yo (mi media naranja estaba en el ordenador con los cascos puestos y no se enteraba de nada -o eso pretendía hacerme creer, ya que los gritos de mis dos ángeles se oían a kilómetros de distancia-) decidimos castigar al mayor en su cuarto estudiando lengua (que algo tendrá que poner de su parte) y al pequeño a copiar quince veces "no voy a volver a insultar".

A Querubín le pareció que su castigo era menor al de su hermano y se fue para su cuarto diciendo (en un tono de voz que su hermano pudiese oír): "Que bonita es mi amatxu, cuanto la quiero".

Querubincito se fue encendiendo (no hace falta mucho) y continuó con su avalancha dialéctica (esta vez tuvo la precaución de cerrar la puerta de su cuarto para no conseguir otro castigo), mientras escribía las quince frases antes de irse a la cama.

Cuando mi ulcera y yo decidimos acostarnos (momento que solemos aprovechar para entrar en las habitaciones de Querubín y Querubincito y darles un beso), nos encontramos con un cartel en la puerta de su cuarto, que decía:


NO SE PUEDE PASAR
Y POR LA NOCHE TAMBIÉN

Definitivamente, cuando Querubincito llegue a la adolescencia habrá que plantearse seriamente el internado. 

jueves, 16 de junio de 2011

TÍAS PEGADAS I

Esto de la adolescencia es como una enfermedad (para los padres y madres que la padecemos, claro) y por ello hace falta terapia de grupo.

Cuando me junto con otras amigas que casualmente son madres de hijos e hijas adolescentes, tendemos a sentarnos en circulo y comenzar las conversaciones diciendo: "yo también soy madre de un/a adolescente". A partir de ese momento ya pedimos el café más desahogadas.

Una de estas amigas-madre de un adolescente-tía pegada de querubín, es guapa, morena, estilosa, amable, simpática, educada, inteligente y multiusos (lo mismo hace una empanada, que toca la guitarra clásica, que va en moto...) y claro, le ha salido un hijo adolescente que es guapo, rubio -en esto los genes de mi amiga no han debido intervenir-, alto, amable, simpático, educado -si, vuelvan a leer, es adolescente y educado-, inteligente y multiusos (la criaturita lo mismo saca un sobresaliente en física, que toca la viola, que gana una carrera en bici, ...).

Es tan mono y agradable, que el resto de tías pegadas de querubín -que también conocen a este otro cielito- y que tienen hijas en plena adolescencia, están deseando que vuelva la costumbre de los matrimonios atados por las familias, para pagar por cielito y asegurárselo.

Sin embargo, la madre de cielito no opina igual e intenta convencernos de que su adolescente es igual a todos los adolescentes : desordenado, despistado, despegado (añadan todos los des- que quieran). Será verdad -no seré yo la que lleve la contraria a la madre de un adolescente-, pero oiga, que cuesta creerlo. Le ves tan tierno jugando con los más pequeños, tan larguirucho y adolescente, tan rubio, tan mono...y no te lo imaginas lanzando sus playeras del 45 a mitad del suelo de su habitación.

Sinceramente, querida tía pegada de Querubín, decirte desde aquí que tus quejas serán fundadas, no lo negamos, pero te dejaré un fin de semana a Querubín y a Querubincito juntos y me contarás a posteriori en que pedestal colocas a tu Cielito.

Amen.

martes, 14 de junio de 2011

EL PREMIO II

El viernes nos fuimos Querubín y yo al Corte Ingles a gastar el premio que le dieron en la gala que ya les relate. El regalo consistía en 500 euros para gastar en dichos grandes almacenes y mi ángel no podía con las ganas de comenzar a dilapidar la tarjetita.

Al llegar allí y empezar a subir las escaleras mecánicas me dijo que lo primero de todo él quería ir a la sección de videjuegos, y cual madre abnegada, allí fuimos.

Empezó a mirar, remirar, comparar, fijarse en los precios (hasta ahora lo normal era que escogiese el más caro y me dijese: "por favor, por favor, compramelo" y ante mi negativa comenzase a enseñarme alguno más barato para ver si yo acababa cayendo), para al final coger el que estaba de oferta, pagarlo y  tras ver lo que le quedaba de saldo (con cada compra le dan un ticket indicándoselo), salir ofendido por lo caro que está todo.

De allí pasamos a los juguetes. Querubín parecía un amo de casa ante la pescaderia:
-"Que caro está todo", decía
-"!!Como pueden costar tanto los coches teledirigidos¡¡, ¡Es un robo!!".
Mi ulcera me miraba y se reía (yo también).
La escena era cuanto menos pintoresca para quién estuviese mirando. Querubín quejandose del precio de los juguetes y yo diciéndole: "Chico, si te gusta mucho compratelo".

Salimos de la sección de jugueteria con la tarjeta sin usar y nos metimos en la cafetería. Yo le había dicho que me tenía que invitar a merendar y él me dijo que por supuesto, pero al traernos la carta de meriendas y ver los precios, un color se le iba y otro se le venia. Compadecida (realmente los precios eran lo más espectacular de la merienda), decidí pedir sólo un café. Querubín, al que el estómago le tira mucho, se decidió por un gofre con chocolate.
-" De beber que quieres", le pregunté.
- Me miro con los ojos saliéndose de las órbitas y me dijo: "Un vaso de agua y que sea del grifo".

Tras pagar y recibir el consiguiente ticket con lo que le quedaba de dinero en la tarjeta, nos fuimos a la sección de jóvenes. Allí nos dirigimos a la ropa de marca y tras mirar las etiquetas Querubín, totalmente transformado, me miró y me dijo: "Amatxu, creo que me he vuelto avaro". Tras esa frase, mi ulcera y yo nos partimos de risa y decidirnos acabar la tarde de compras.

Mientras íbamos para casa comentabamos los horarios de entrada en casa y como tratar a los hijos. Por supuesto no compartiamos la misma opinión sobre el tema, y yo le dije esa bonita frase de:
-"ya me contarás cuando tengas hijos".
Él se giró, me miró a los ojos y me dijo:
-"Entonces, amatxu, me volveré avaro".

viernes, 10 de junio de 2011

EL TERRIBLE EPISODIO DEL ARROZ CON LECHE

A mi ulcera y a mi nos gusta preparar postres y nos salen estupendos (normalmente, de mis 25 primeros intentos con el roscón de reyes ya les hablaré en otro momento), así que dominadas por un anhelo por lo dulce (que a ninguna de las dos nos conviene), decidimos hacer arroz con leche.

Quedo estupendo. Había comprado en los chinos un bol de barro blanco cuadrado en el que eché aquel postre cremoso. Mi ulcera se encargó de espolvorear con canela y no le sacamos foto por que no quisimos, pero se la merecía.

En esto llegaron a la cocina Querubín y Querubincito. Imaginense la escena, entran como caballos sin domar con sus camisetas blancas del uniforme llenas de manchas de origen desconocido y ven aquel bol de arroz con leche aún humeante. Proceden a abrir el armario y sacan dos vasos (de los de nocilla, que en casa son los que usamos a diario -glamour ante todo-) y una cuchara y se ponen los dos cabeza contra cabeza a servirse el arroz con leche entre gritos de alegria.

Hasta aquí bien. Mi ulcera y yo mirabamos la escena regocijandonos al pensar en el momento en el que iban a probar el postre y quemarse la lengua -a veces tenemos estos arrebatos crueles-, pero no llegó ese instante, ya que antes comenzó la discusión.

Querubín: "Tú te has echado más"
Querubincito: "Pero tú has comido directamente del bol"
Querubín: "No es verdad" -relamiendose los morros manchados de arroz con leche-
Querubincito: -Comiendo a todo correr el postre de su vaso- "mira, yo tengo menos".

En ese momento nos dimos cuenta que aquello amenazaba con llegar a las manos y mi ulcera intervino separando a los tiernos hermanitos. Yo que soy más brusca y con menos paciencia les hice marcharse castigados sin comer una sóla gota más de aquel arroz con leche.

Yo por convicción y mi ulcera por devoción tampoco podíamos probar de aquella dulce crema, con lo cual mi media naranja ha procedido por obligación a terminarse el solito todo el bol. Contento está, ahora, lleva una semana sin necesidad de ir al baño.

miércoles, 8 de junio de 2011

TRABAJO DE NATUR II

El viernes querubín trajo la nota del famoso trabajo de natur del que sólo había llevado la mitad (aunque entregó la otra mitad al día siguiente).

Le habían puesto un 6 a mi corazoncito y me lo enseñaba satisfecho con la hazaña. En la parte superior de la hoja había escrito la profesora tres líneas de observaciones en euskera (natur es una asignatura de las que estudian en euskera) y querubín (que cree que mi nivel de euskera es inferior al que tengo realmente -no es que sea mucho pero para su desgracia entiendo perfectamente las observaciones de su profesora-) me dijo que no eran nada.

Mientras me decía esto, yo estaba leyendo claramente como ponía que no había metido la hoja guia que ella les había dado para hacer el trabajo y que no se había basado en dicha hoja para hacerlo. Ni que decir tiene que semejante guia no había estado en nuestra casa de cuerpo presente en ningún momento.

Me fui poniendo incandescente y mi ulcera de color purpureo y en un intento de parecer una madre tranquila y sosegada le pregunté despacito:

- "¿Querubín, de que hoja guia habla tu profesora?"

-" Una que nos dio para hacer el trabajo", me contesto mientras dirigía su mirada hacia la ventana.

- "¿Y por que no la has incluido en el trabajo?, cielo", le dije remarcando el cielo en un tono rabioso y ciertamente exagerado.

-" Se me perdió", dijo levantandose en un intento de huir.

- Mi ulcera la agarró de las orejas y le hizo sentarse de nuevo, "¡¡y no podías habérsela pedido a alguien!!"

- "Se me olvido que la había perdido".

Aquí acabo la conversación. Querubín consiguió huir mientras yo, agarrada a mi ulcera, me dirigía a la cocina a buscar chocolate (que había comprado la tarde del día anterior y escondido debajo de una baldosa).

lunes, 6 de junio de 2011

LA COMIDA

Querubín nos come muy bien. No es que sea antropofaga la criatura (aunque en momentos de hambre tengo dudas de que no sea capaz), pero si es tragón.

A las dos y veinte de la tarde come primer, segundo plato y fruta acompañados por abundante pan (se lo controlamos ya que las panaderías no tienen servicio a domicilio y soy yo la que tengo que acarrear el pan hasta casa). Vuelve al colegio para una hora y al llegar a casa a las cinco menos cuarto de la tarde ya quiere la merienda la criaturita. Tras zamparse un bocadillo en tiempo record comienza su peregrinaje por los armarios de la cocina buscando algo que llevarse a la boca (mi pobrecito muerto de hambre), hasta que le amenazamos con poner candado a los armarios.

Yo: "Quién se ha acabado el chocolate" (su hermano es alérgico, así que no ha podido ser)

Querubín: "Yo no, habrá sido mi hermano" (esta frase es lo primero que dice mi ángel le preguntes lo que le preguntes)

Yo: "¡¡Tu hermano no puede comer chocolate!!, Repito:¿Quién se ha acabado el chocolate?"

Querubín: "Siempre me hechas la culpa a mi", "¿Por que sabes que he sido yo?"

Yo: " Primero, porque no hemos sido ni tu padre, ni tu hermano ni yo y segundo por que el papel de la tableta está en la mesa de tu cuarto".

Querubín:" Ah, bueno, pero fue ayer".

Yo: " Con un ataque de ansiedad provocado a partes iguales por las contestaciones de mi ángel y por el síndrome de abstinencia de no poder comer chocolate: "¡¡Como te has podido comer una tableta entera!!".

Mi ángel: "No me la comí entera, faltaba una onza".

Yo: "No va a entrar más chocolate en esta casa, que lo sepas", le grito amenazante (aún a sabiendas que no lo voy a cumplir.

Mi ulcera me pide que me tranquilice (a ella no le gusta el chocolate, no le sienta bien) y me recuerda que tengo una barrita dietética sin azúcar, sin hidratos, sin frutos secos, con algarroba y sin cereales que me puedo comer y que seguro, seguro, me quita las ganas de algo dulce.

Satisfecha con la decisión de mi ulcera, voy al armario por la barrita y me encuentro un sospechoso papel metálico. Al mirarlo bien mis sospechas se confirman, en ese papel días antes hubo una barrita dietética.....¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Querubín!!!!!!!!!!!!!

viernes, 3 de junio de 2011

LAS TIAS

Mi querubín tiene muchas tías, un montón de ellas. No sé si sabe exactamente cuántas. Están las tías legales y reales que son todas mis hermanas y la de mi media naranja, están todas las tías abuelas que ejercen de tías y las muchas amigas de su señora madre que son tías por vocación.
Unas le dejan besos de carmín en la mejilla, otras le dan la paga, alguna le da charlas sobre lo dura que es la adolescencia… tiene de todo.
Pero sería largo hablar de todas en una misma entrada, así que me voy a centrar en mi hermana mayor. Ejerce de tía abuela a todos los efectos: da la paga, está al tanto de los aconteceres de la vida de mi ángel –y de sus múltiples primos y prima-, actúa de sede social familiar… una abuelita cualquiera.
Tiene 12 años más que yo, lo que significa que cuando yo tenía 13 (como mi querubín actualmente), ella era una anciana de 25 con novio y trajes de chaqueta (en aquellos años del siglo pasado con 25 se llevaban trajes en lugar de pantalones cagaos). Esos 12 años que eran terriblemente grandes con el tiempo se han vuelto mucho más pequeños y ahora, digamos a mis 35 (tengo alguno más, pero no voy a confesar mi verdadera edad por varias razones: 1.- queda mucho mejor 35 que los que tengo.  2.- a esto se le llama licencia narrativa.  3.- una amiga mía –tía pegada de mi querubín- me mataría si digo mi edad.  4.- si digo mis años sabríais los de mi hermana y entonces igual me mataba ella) sus 47  no son tantos, verdad.
El problema es que como buena tía-abuela, no se creía nada de lo que yo escribo en este blog. “Exagerada”, me llamaba y yo aguantaba –que sufridita soy- a mi querubín (más o menos como a las almorranas, en silencio).
Pero el domingo esto cambió. Fuimos a comer a su casa y al llegar a la fruta la tía del querubín vio que las nectarinas estaban enmohecidas. Puso el grito en el cielo –culpó en un momentito a la frutería, a los productores (sin tener en cuenta lo mal que lo están pasando por culpa de los pepinos) y a su marido- y tras hacer una buena limpieza del frutero repartió lo que se salvaba.
A mi querubín le dio un albérchigo que al haber estado en contacto con las nectarinas tenía una pequeña mancha de moho. Él –que es un poquito escrupuloso-, lavó bien la fruta en el vaso de agua y se la comió –no con poco asco, pero se la comió-. Al cabo de un rato y según tomábamos el café con las galletas, mi ángel –que ya les he dicho en otra ocasión que es un genéticamente despistado- bebió un trago del agua en la que había lavado la fruta. A él le entraron ganas de vomitar al darse cuenta y a los demás nos entró la risa.
Dos minutos después a querubín le dolía la tripa. Su tía comenzó a creerse lo de la hipocondría. Comenzaron las bromas, “se te va a quedar el estomago con moho, todo blanco” y angelito se iba quedando blanco por momentos hasta que se fue de la mesa a pasar su dolor estomacal en el WC (que es donde se le curan a mi querubín casi todos los males).
Conclusiones:
1.- Realmente querubín es un sabio.
2.- Su tía ha pasado de decir “como puedes escribir eso del niño” a “¡no me lo puedo creer!”.
3.- A los padres del querubín casi se nos desencaja la mandíbula de la risa.
4.- Beber el agua donde se ha lavado la fruta no es grave.

jueves, 2 de junio de 2011

EL PREMIO

Querubín ha quedado segundo en un certamen narrativo. Escribió un cuento a principios de curso y en el mes de mayo nos dijeron que había ganado un premio.
Según se lo dijeron saltaba de alegría y al parecer llegó al extremo de dar un abrazo y un beso a la profesora que le había ayudado –mi ángel cuando quiere es muy tierno-, pero pronto empezó a pensar en los aspectos prácticos. A él le parece muy bien lo del cuento, pero lo que más le motiva es ver su historia en la gran pantalla y  en cuanto le dijeron lo del premio visualizó perfectamente en su cabecita, la caratula del dvd. ¡Qué desilusión tuvo mi niño cuando le dijeron que la fundación que otorga los premios se queda con los derechos de la narración!. Querubín se veía hablando con Spielberg.
A la criaturita le han dado un cheque regalo y a los progenitores nos ha salido carísimo, tipo Master card:
-          Uniforme nuevo para la entrega de premios (que en mayo el uniforme ya está para el arrastre y no para una ceremonia) 70 €
-          Zapatillas blancas impecables (las de mi niño a estas alturas de curso ya no son blancas y además tienen la manía de hablar) 50€
-          Invitarle a comer ese día en un restaurante para celebrarlo (esto es por lo de la psicología y el fomento de la autoestima, que nos han dicho que caro, pero mu`bueno) 40€
-          Ver la cara de agobio, nervios, vergüenza y a la vez “no me puedo creer lo que me está pasando” de querubín al subir al escenario NO TIENE PRECIO.
Yo estuve dudando si ponerme mantilla (no me pareció correcto con lo nacionalistas que estamos ahora en el País Vasco) o tocado para el evento (pero como lo han puesto de moda en la boda de los príncipes ingleses y aún no nos han devuelto Gibraltar, no me dio la gana), por lo cual  opte por ir informal a la par que elegante con la melena al viento. En primera fila estuvimos los abuelos de la criatura, querubincito, la madrina de querubincito (que es una de esas tías pegadas de las que ya les hablaré en otro momento) y yo.
La madre de la criatura, o sea yo misma, es de mucho llorar. Me había puesto el rímel water proof, llevaba 18 paquetes de kleanex (por si tenía que compartir) y las gafas de sol por si aquello apuntaba a inundación, pero sorprendentemente… no me hizo falta. No lloré –casi-.
Las razones fueron varias. La primera fue que a mi niño le llamaron a recoger el premio el segundo y no me dio tiempo a concentrarme en la emoción del momento, la segunda que llevaba la cámara y tenía que inmortalizar el momento y la tercera que querubín recorrió el pasillo del Euskalduna batiendo marcas no superables en las olimpiadas.
Ahora  un sueño me persigue, me veo en Estocolmo aplaudiendo a querubín mientras este recibe el Nobel con un traje carísimo (que se habrá pagado él) e invitándome a comer para mejorar mi autoestima tras la ceremonia.