martes, 31 de mayo de 2011

SU HERMANO

Querubín era un niño precioso y bueno (tipo película de Walt Disney) hasta que un buen día, cuando tenía tres añitos, una señora me paró en la calle y me preguntó: “¿estás embarazada?”. Yo le respondí que si y mi ángel pasó de ser Doctor Jeckill  a ser Mr. Hide en segundo y medio…y para siempre.
Al nacer querubincito su padre llevó a querubín al hospital a que conociese a su hermano. Nuestro ángel no le hizo el más mínimo caso y enseguida le sacaron de allí por el escándalo que estaba montando por los pasillos con su buzz lightyear nuevo (conocéis nuestra gran psicología y habíamos oído que era bueno que el recién nacido “tuviese” un regalo para su hermano –no queremos saber qué habría pasado si no lo llega a tener-)
A partir de ese día querubín ha variado desde la más absoluta de las indiferencias hacia aquella cosa pequeña a las mayores ganas de atormentarle en todo momento.
La verdad es que yo pensaba que el momento “pelos en las axilas” marcaría una diferencia y mi ángel se acercaría a su hermano que también va creciendo…pues no. Sólo se acerca si es preciso abroncarle o pegarle una toñeja. Querubín es experto en reñir a querubincito. Le riñe por su mal genio,  por estornudar, por comer con la boca abierta (mientras le riñe él mastica un trozo de carne), por no concentrarse, por desordenar (si, él, le riñe por desordenar), por levantarse, por sentarse, por andar, por ocupar el baño, por tardar en la ducha, por no ducharse. En fin, le riñe.
El caso es que no nos deja cosas por las que reñir a su hermano y luego se queja de que nunca le reñimos. Nos gustaría, pero él no nos deja un espacio para hacerlo.
Cuando querubincito comenzó a ser consciente de la gran presencia de su hermano, empezó a llorar. Al principio lo hacía cuando nuestro ángel le pegaba disimuladamente o cuando le robaba el juguete o el chupete. Más tarde lloraba cuando su querubín se acercaba, era un llorar preventivo. Ahora cierra la puerta de su cuarto, coloca carteles de no entrar y nos ha pedido que electrifiquemos la manilla de la puerta (no lo hemos hecho, nos gusta fomentar el entendimiento y amor fraterno).
A veces (no sé si os he dicho lo mío con la psicología) llego a pensar que querubín pueda tener celos –se me ocurren unas cosas-.

viernes, 27 de mayo de 2011

TRABAJO DE NATUR

Hoy he estado hablando con la tutora de mi querubín. Ella es una mujer que posee la paciencia del santo Job (o igual más, ya que aquel buen hombre no era tutor de 25 adolescentes) y aguanta a mi querido ángel en la primera fila -lo pidió él que es consciente de su tendencia a la distracción- y a la que querubín a su manera un tanto hosca, respeta mucho. Todo esto no es freno para que yo tiemble al verla aproximarse. No por ella sino por las noticias que me suele dar.

Esta mañana también he temblado y también tenía razón para temblar (y también temblarán los cimientos de mi hogar cuando llegue querubín a casa). Ayer mi ángel tenía que entregar un trabajo de natur que llevaba haciendo el último mes y medio. Era sobre la energía y tenían que tratar el tema de las centrales nucleares aprovechando la información después del terremoto de Japón. Se había visto un documental sobre la catástrofe de Chernobil algo así como cuatro veces (habíamos llorado los dos juntitos viendo la muerte de un bombero que tenía a la mujer embarazada) y buscado información y fotos en internet como para una buena tesis doctoral.

Había escrito unas 15 páginas en euskera y las había pasado a limpio. Antesdeayer el trabajo estaba acabado y listo para entregar. Se preguntarán: " ¿por qué temblaba yo al ver venir a la tutora?". Les contestaré:  con querubín es bueno temblar por si acaso.

Varias posibilidades han pasado por mi cabeza:
1.- Querubín se había dejado el trabajo en casa
2.- Lo ha perdido
3.- Lo ha hecho de un tema que no era
4.- Era para ingles y no para natur

No he acertado, ninguna de las opciones eran correctas, pero es que nunca, ni conociendo como conozco a mi ángel habría sospechado que fuese capaz de ....llevar medio trabajo y dejarse la otra mitad en casa.

Ahora tengo dudas: ¿le riño la mitad o todo entero?

LAS AUSENCIAS

No me extrañaría que pensasen que cuando mi querubín se marcha de casa (acampada, excursión o similar), yo brincó de alegría, pero no, nada más alejado de la realidad.
Este curso querubín y querubincito tuvieron sendas salidas con el colegio. Querubín fue a Francia y querubincito a Zarautz. Hasta aquí todo normal, lo extraordinario fue que coincidieron en los mismos días las dos excursiones.
Lo lógico, pensarán ustedes (y con razón) hubiese sido verme dando saltos de felicidad por las calles de mi ciudad ante la perspectiva de quedarnos solos durante tres días mi media naranja y yo, pues no. No puedo negar que una sonrisa se asomo a mi rostro (y que corrí a reservar una noche en el Melia),pero es igualmente cierto que una especie de agujero -y no era mi ulcera, que a esa la conozco- me rondaba por el estomago.
El primer día de la excursión tenían que llevar comida de casa y la preparé y metí en una mochila-nevera. Craso error si tenemos en cuenta lo que mi ángel hace con las mochilas. Y eso paso. Se dejó la comida en casa y cuando nos dimos cuenta a mitad de camino entre casa y el colegio, la madre que le parió tuvo que volver corriendo (siete menos cuarto de la mañana) a por ella -si volvía él, podía perder el autobús y la noche de hotel a tomar por saco-.
Llegue a pesar de todo a tiempo para despedirle y mientras mi ángel me hacia un gesto de "como te acerques a darme un beso delante de todos mis amigos - y amigas- te mato", yo notaba que alguna lagrimilla quería escaparse. A mi lado un montón de madres y padres que conocen a querubín desde su más tierna infancia y que acababan de verme corriendo a esas intempestivas horas por culpa de una mochila, pensaban: "mirala que contenta está que le caen lágrimas de felicidad". También se equivocaban, era el dichoso agujero ese del estomago -que por cierto se calmo un poco con el desayuno buffet-.
Pasaron los tres días y fui loca de alegría a por mi cielo. Allí estaba mi querubín, casi sin voz (si no pierde algo no está contento) y diciéndome según bajaba del autobús que se había gastado todo el dinero que le habíamos dado (si, el de los por si acaso también) y que la bazoka que había comprado para su hermano se la había confiscado una profesora por dispararla en el autobús.
El agujero en mi estomago, ese vacío que había tenido durante tres días enteros se llenó de golpe. Lo ocupó mi ulcera.
Llegamos a casa y comencé a buscar en google plazas en un internado suizo.

jueves, 19 de mayo de 2011

LA FRASE

Querubín desde pequeñito decía que quería ser médico, pero llegó un día en que sus expectativas cambiaron y nos comentó que prefería ser presidente de gobierno que parecía que pagaban mejor.
- Querubín:Amatxu, ¿Hay que estudiar mucho para ser presidente?
- Yo, "Pues si, tendrás que estudiar derecho o económicas o ciencias políticas..."
- Ángel mío: "Vale, pues entonces sigo queriendo ser médico"
- "Pero para ser médico también hay que estudiar mucho", le contesté yo (un poco preocupada por las altas expectativas de mi hijo).
Mi ángel se quedo un rato largo pensando (que cuando quiere es mu´profundo) y luego me dijo: "Quiero ser jubilado". Toma ya, pensé yo, y luego me dirá que en lugar de la tele quiere ir a mirar una obra.

Esta etapa pasó y mi querubín ha decidido seguir insistiendo en la medicina (aunque con sus grandes esfuerzos en los estudios yo no pienso dejar que me opere -ni que me mire la garganta, vamos-) y buscando alternativas para alcanzar la fama.

El otro día nos sorprendió en estado meditabundo :
-"¿Qué te pasa?, le preguntamos.
-"Estoy pensando una frase"
- "¿Una frase? -nuestro querubín nunca deja de sorprendernos.
- "Si, contestó, me he dado cuenta que hace falta inventarse una frase chorra para ser famoso". Al darse cuenta de que no habíamos entendido nada, nos dijo con voz de "mis padres nunca se enteran de nada y tengo que explicárselo todo": "Si, Shakespeare por qué es famoso, eh, por que?, pues por la frase chorra de "ser o no ser" ¿y Cervantes? Por la de "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme", ¿Y Tagore? Pues por la de las lágrimas que no dejan ver el sol." Y se quedo tan ancho.
Ahora cuando le vemos meditando no preguntamos, por si acaso se está haciendo famoso.

martes, 17 de mayo de 2011

EL ORDENADOR

A Querubín le gusta mucho el ordenador, mucho. A la mayoría de los adolescentes amigos de mi niño les gusta estar en Tuenty, en facebook y otras redes sociales, pero a mi ángel no. Puede ser que entre de vez en cuando al tuenty pero lo de estar  virtualmente con otra gente y escribir no le va. Él es más de juegos.
Antes en casa teníamos instalado el office, el anti-virus y poco más. Ahora tenemos (haré una lista para que sea más visual):
* Fifa 2008
* Fifa 2009
* Fifa 2010
* Fifa 2011
* Basket 2008
* Basket 2009
* Basket 2010
* Basket 2011
* Pilot 99, etc...
* Formula1 (varias versiones)
* Etc, etc...
Una tarde yo había llegado tranquilamente a casa y de repente vi como la mesa donde está el ordenador se hundía por el peso de los programas instalados y decidí revisar aquello. Además de la lista que antes he mostrado me encontré con que cada uno de los programitas habían decidido instalar a todos sus amigos, con lo cual el Pilot 99 (por poner un ejemplo), había decidido (con ayuda de mi querubín) instalar también una nueva barra de babylon (creo que era algo así), un antivirus nuevo (con lo cual reaccionaba con el que ya teníamos y había una pelea en el aparato que imaginense ustedes) y tres megatonos nuevos.
Mi ulcera (que es muy sensible) comenzó a inquietarse y yo comencé a borrar programas. Parecía fácil, pero no, no lo era. Había cosas que permanecían imborrables, otras daban señales de alarma, de alerta, de cuidado, de peligro. Programas que desinstalaban otros, aplicaciones que se abrían y todo ello aderezado con un sonido de bostezo que mi querubín había colocado para que sonase al abrir una aplicación.
Les pido un esfuerzo imaginativo para hacerse una idea. Ocho ventanas abiertas, unas diciendome que si estaba segura de querer borrar aquello, otras avisándome del peligro de borrarlo, algunas proponiéndome que jugase en el casino (una de ellas me decía que había ganado 100.000 euros por ser la visitante un millón -pero no participe por no saber si la ganadora era yo o mi ulcera-).
A esas alturas me levanté a por chocolate y me comí el equivalente a una buena cosecha en Ecuador para relajar mis nervios.
Acabó la tarde bastante bien. Conseguí borrar 18 juegos, tres barras de sitios sugeridos y complementos, un anti-virus y 56 anuncios (algunos de juegos, otros de sexy-poker y alguno de citybank). También borré en un sinquerer el office y todos mis archivos desde 2008, pero mereció la pena.
Ahora nuestro ordenador se distingue facilmente al entrar en casa, lo rodea una valla electrificada con acceso codificado y alarma. Querubín está enfadado, ángel mío.

LA EDAD

La diferencia generacional siempre ha sido importante, pero yo no recuerdo haber sido tan sumamente pesada con este tema como ahora lo son los y las adolescentes con nuestra generación.
El otro día fui a ver Eurovisión a casa de una familia amiga nuestra (si, Eurovisión, y además armadas de galletas, frutos secos, vinito y hasta cava). Allí nos juntamos seis personas adultas dos adolescentes (chica y chico) y mi querubincito (me refiero al hermano pequeño de querubín).
Querubín no estuvo -el es más de futbol y se fue a casa con su amado padre a ver una pelicula tan sangrienta que su progenitor le mandó a la cama al primer muerto-. Lo digo por si le echáis de menos en esta entrada.
La adolescente dió poco la lata, principalmente porque el noventa por ciento de los cantantes este año eran chicos guapos, con lo cual cayó en un extasis de boca abierta y suspiros durante todo el festival.
El adolescente fue otro cantar. Cada vez que alguna de las presentes decíamos que algo era de nuestra época, él decía: "¿De la prehistoria, no?". Si hablabamos de Abba él los situaba en el pleistoceno, si nombrabamos a Massiel en la Edad Media, si tocabamos el tema de nuestra juventud él nos decía que eramos contemporaneas de Carmen Sevilla.
En general nos daba igual y pasabamos de él (que es lo que ocurre cuando el adolescente que en ese momento ha decidido ser pesado no es el tuyo. Te da igual y hasta te alegra...¡¡son todos iguales, querubín no es una excepción!!), pero a su madre le estaba saliendo humo por la cabeza.
Yo recordé aquel bonito momento en nuestra mesa de la cocina. Estabamos Querubín, querubincito, Media naranja, mi úlcera y yo.
Querubín le preguntó a su amado padre: "¿Tú en que año naciste?"
- "En el 67", contestó su progenitor.
- "Ya, ya, dijo Querubín, ¿pero de que siglo?".
Definitivamente las diferencias generacionales son complicadas.

lunes, 16 de mayo de 2011

EL ORDEN

Para mi querubín ordenar es mandarle a alguien que haga algo. De ahí como se encuentra su cuarto.
El lugar natural de las cosas para mi ángel es estar en el suelo y por eso ahí las deja. Los libros, los cuadernos, la ropa, las playeras, los envoltorios de comida, etc...
Día tras día yo llego a la puerta de su cuarto -no me atrevo a entrar, tengo miedo a lo que pueda encontrar si revuelvo un poco- y le digo suavemente:
- "Ángel mío"
-No contesta.
- Grito un poco más:"Cielo"
-No contesta y no hace ademán de haberme escuchado.
- Berreo: "Mi querubín -realmente lo que grito es su nombre, pero como habrán podido observar prefiero que mi criatura mantenga el anonimato-"
- Parece que se mueve.
 No puedo evitarlo y entro aún a riesgo de que algo me ataque entre sus ropas. Me dirijo a su silla y según le toco el hombro, se gira bruscamente y me grita :"me has asustado". Aprovecho y le ordeno (en la acepción del diccionario que él si entiende) que ordene (en la acepción que no entiende o no parece conocer) su cuarto.
Me mira con ojos de carnero degollado y tras echar un vistazo al montón de cosas que están tiradas en el suelo me dice: "ya esta ordenado". El momento gritos y amenazas se lo voy a ahorrar a Ustedes que no se lo merecen, pero consigo que mi querubín se ponga a ordenar el cuarto.
Al cabo de media hora vuelvo y quitando algunos objetos que mi ángel no ha debido ver (es hipermétrope el chiquillo) y que procedo a barrer despiadadamente, el cuarto pasa la revisión.
Mi ángel se va a entrenar. Yo voy a guardar la ropa recién planchada y noto un bulto sospechoso bajo el edredón nórdico... lo levanto y allí está una parte de aquello que una hora antes estaba en el suelo. Miro alrededor y veo como el armario no parece cerrar bien, sé que no debo abrirlo sin protección pero la curiosidad y la mala leche me pueden. Mi úlcera y yo acabamos enterradas bajo un montón de ropa (limpia y sucia) que angelito había "guardado" en el armario. Cuando consigo salir de aquello me dedico a revisar cajones y sacar cucharillas, botes vacíos de yogur, envoltorios de golosinas...Mi ulcera recoge algunos y yo la riño por ello.
Menuda juerga tuvimos cuando mi querubín llegó a casa tras el entrenamiento, no se la pueden imaginar.

LA MODA III

El pelo...cuantos problemas nos ha dado el pelo de mi querubín.
Al nacer lo tenía tieso como los pelos de una escoba y claro, parecía permanentemente asustado. Además como nació antes de tiempo aún no se le había caído el lanugo y tenía las orejas cubiertas de esa pelusilla que a su primo asustó tanto ("¡Tiene pelo en las orejas!", exclamo ese otro angelito del que también habría tanto para contar).
Con el paso del tiempo a mi ángel se le cayó el pelo de las orejas y le salió mucho más en la cabeza, mucho más. Un pelo negro, duro, fuerte, denso y que había que cortar amenudo. Llantos y crujir de dientes para cortar aquella mata de pelo que precisaba más de segadora que de tijeras.
Luego llegó el momento en que se lo quería dejar largo como un niño de angelical melena rubia de su clase. No entendía nuestra criatura que al él el pelo no le caía sino que crecía alrededor de su cabeza dándole aspecto de grandísima bola (a lo Michael Jackson cuando era negro, pero en liso).
Y llegada a la adolescencia -que al fin y al cabo es el tema que nos incumbe en este blog- ha pasado a ser motivo de preocupaciones y largas estancias en el cuarto de baño. Él quiere una cresta a lo David Villa. Si va a la peluquería y le cortan demasiado el pelo tenemos drama...¡¡no se puede poner la cresta!!.
Si va a la peluquería y le cortan poco el pelo tenemos drama...¡¡no queda bien la cresta!!. Creo que la próxima vez le voy a mandar al gallinero y que allí se la arreglen.
De todas formas, no piensen que estoy descontenta con mi ángel y su cresta, estoy feliz. Al fin y al cabo a mi sólo me supone un gasto extraordinario en gomina y fijadores, pero imaginense si mi niño hubiese decidido llevar el flequillo a lo Justin Bieber...¡¡¡menudo gasto en oculista y en psiquiatra!!!.

LA MODA II

No puedo resistirme a seguir comentando la moda de esta momento agradeciendo, eso si, que la influencia de Hanna Montana no ha entrado en nuestro humilde hogar.
Mi querubín adora las deportivas. No llevaría otra cosa. Las mira con deleite en las zapaterías, guarda los prospectos de las tiendas de zapatos y nos pide día tras día esas últimas playeras que tanto desea. Por su cumpleaños pide playeras -unas para baloncesto y otras por que si- y ha llegado a dormir con sus playeras nuevas apretadas en su regazo como si de un peluche amoroso se trataran (yo no le acabo de encontrar el encanto a unas botas de baloncesto del 45, la verdad).
Esto tampoco es nuevo, su amado padre suspiraba por unas "adidas" y él por unas "nike", la diferencia vuelve a ser como se llevan. Ahora las zapatillas no se atan, se sueltan. Algunas son anchas como barcas (sólo les faltan los remos) y se sujetan (je,je,je) con cordones flojos y sin nudo.
Para aquellas personas que estén leyendo y no tengan agradables adolescentes en casa, intenten imaginar la escena de mi ángel con sus píes peludos y grandes en unas zapatillas anchas y mal atadas intentando jugar al fútbol. Si Ustedes pasan cerca de unos adolescentes en pleno partido...corran, huyan, escapen, escondanse. Corren un alto riesgo de ser golpeados por una deportiva gigante que haya salido disparada. Un adolescente cojo y con los pantalones por la cadera vendrá a por ella.

LA MODA

La moda es efímera ¡¡demos gracias!! y por ello espero que mi ángel con la edad y la madurez cambie ciertos habitos en el vestir.
Remontándome a tiempos pasados (que no necesariamente fueron mejores), confesaré ante Ustedes que yo llevé calentadores a juego con un jersey de pico. Arrepentida de aquella falta al llegar a la madurez (a pesar de lo monísimas que ibamos mi amiga y yo cada una de un color con aquellos absurdos calentadores), creo poder observar las tendencias adolescentes en cuanto al vestir desde una relativa objetividad.
Ahora la moda ya no es llevar una prenda u otra, un color u otro, de rayas o de cuadros,noooooo. Ahora la moda es como llevar la ropa. Desde los doce hasta una indeterminada edad (que creo por lo que puedo observar que depende más de la cantidad de neuronas que de los años) los chicos llevan el pantalón caído. Si, caído, sin más. Lo llevan con cinturón (eso si) pero a la altura de la cadera.
Mi querubín, por supuesto, ha adoptado como propia esa moda y la defiende con la misma firmeza con la que Fidel combate todo lo americano.
Él, mi serafín, se pone los pantalones, los abrocha, les coloca el cinturón y entonces...se los baja hasta la cadera. Tiene que asomar la cinturilla del calzoncillo (por supuesto si es de marca, mejor). Afirma que es mucho más cómodo llevarlos así que en su sitio.
No sólo es él, una manada de adolescentes bajan por la cuesta del colegio todas las tardes con el pantalón del uniforme del colegio por la cadera. Un montón de ellos juegan los sábados los partidos de baloncesto con el pantalón corto del equipaje por la cadera (luego no entienden por que no ganan). Algunos llevan calzoncillo bajo el bañador en las piscinas para poder llevar el bañador por la cadera (a mi ángel esto último no se lo permitimos -correría el riesgo de que su madre le bajase el pantalón de un berrido-).
Ante esta moda sólo se me ocurre pensar que como a esa edad son tan sumamente huevones precisaban más espacio para acomodarselos y lo han encontrado bajando un poco los pantalones.
Nosotros a nuestro ángel le dejamos hacer y desde nuestro optimismo pensamos que al menos sabremos rápidamente si un día llega sin calzoncillos.

jueves, 12 de mayo de 2011

DESPISTES

Una profesora de mi querubín lleva tiempo diciéndonos que nuestro ángel más que listo es sabio. Ella tendrá sus razones para decir esto y yo como madre no voy a discutirsélo, primero por que que gano yo discutiéndolo y lo segundo por que dicen que los sabios son despistados y eso aclararía algunas cositas de mi serafín.

No voy a insistir en el tema llaves que ya es conocido, pero tengo muchos más casos que exponer al público en general. Empezaré por los objetos perdidos. Un móvil a los tres meses de comprárselo, paraguas diversos (mi querubín cuando llueve se moja como los demas desde hace tiempo), alguna que otra chamarra, bolígrafos, rotuladores, reglas, compases, cutter, celo, etc, etc...

Por poner un ejemplo, cuando era pequeño mi ángel su tutor se quejó un día de que todas las mañanas entraba a clase y tenía que volver a bajar a por la mochila que se había dejado en el patio. Lo contaba sorprendido. A mi media naranja y a mi nos entró la risa. Para cuando mi querubín había llegado a este despiste de las nueve de la mañana, ya llevaba tres más. A las nueve menos veinte salía de casa dejándose la mochila dentro, su padre le hacia volver. Dos minutos más tarde entraba en el ascensor sin la mochila, su padre le hacia salir y cogerla del descansillo de la escalera donde la había dejado. Cinco minutos despues la mochila estaba en el coche y nuestro ángel camino de clase. Tenía que volver a por ella. Yo tengo mis dudas de si realmente quería llevar mochila.

En el colegio tienen una agenda donde apuntan los deberes, bueno, donde el resto de su clase apunta los deberes. A mi ángel le sirve para que sus profesoras escriban lo que a él se le olvida. " Hoy no ha traído el cuaderno de lengua", " Querubín no tenía hechos los deberes de ingles", yo leo estas notas día tras día y pienso varias cosas:
1.- Menos mal que las profesoras dan uso a la agenda, sino que desperdicio.
2.- Voy a tener que ir a que miren mi ulcera
3.- Mi ángel es cada día más sabio, ¡¡que suerte¡¡

miércoles, 11 de mayo de 2011

INSTINTO MATERNAL

El instinto maternal, estoy segura, no existe. Lo que existe es un complot mundial para que se tengan criaturas que permitan que la humanidad continué su existencia.

En el mismo momento en que dos personas (en este caso hombre y mujer) comienzan a convivir y compartir cama, un noventa por ciento de las mujeres mayores de cincuenta años empiezan con la preguntita: "¿Y los niños, cuando?". Callas y sonríes.

Pasados unos meses la pregunta te la hacen por la calle, en el supermercado, en el ambulatorio y lo peor de todo...en la familia. No hay reunión familiar (tipo boda, bautizo, comunión o incluso funeral) en la que todas las abuelas, tías y demás no te pregunten por la posibilidad de una futura descendencia. Callas y sonríes.

Al año ya es la familia más próxima la que comienza a mirarte la tripa, si la tripa, ya nunca te miran a la cara. Si un día no bebes vino en la comida se miran, se sonríen y miran tu tripa. Si dejas de fumar se miran, se sonríen y miran tu tripa. Si tienes la tripa hinchada se miran, se sonríen y miran tu tripa. A veces preguntan: "¿No estarás embarazada?" y te entran ganas de contestar: "No, estreñida".

Al final y por persistencia que no por instinto, te quedas embarazada y entonces comienzan las grandes felicitaciones. ¡¡¡Que bien!!!, ¡¡¡Ya verás que bonito!!!, el parto no te enteras, el embarazo precioso, etc...

Yo empecé con nauseas matinales, vomitos, clases pre-parto, gimnasia pre-parto, ropa horrible pre-parto, tripa en aumento y la verdad, no veía por ninguna parte lo bonito del embarazo y pensaba..."lo bonito viene luego".

Llegó el parto: cesárea. Tampoco fue muy bonito. Mi querubín (que en aquel entonces era una tierna cosita de 2 kilos) fue realmente lo mejor de aquella historia...hasta que empezó a llorar y reclamar alimento cada tres horas.

Todas aquellas mujeres que unos pocos meses antes me decían lo bonito de los primeros meses, la ternura que inspiraban los bebes, la bondad de ese nacimiento, ahora transformadas me decían como rabiosas: "ya veras, ya estos primeros meses, preparate para las ojeras, cuidado con las mastitis, ojo con las infecciones de los puntos". Todo, se lo habían callado todo hasta que me atraparon.

Unos meses después comenzaron a decir: "ahora viene lo peor, cuando empiece a caminar. Te va a destrozar la espalda".

Cuando mi ángel comenzó a andar y ciertamente a destrozarme la espalda vi como venían todas ellas en tropel a decirme con los ojos brillantes y rabia en las entrañas: "enseguida comenzarán las rabietas y eso si que acabará con tus nervios". No llegaron. Mi querubín no tuvo rabietas y yo me reía por lo bajo mirándolas como sufrían al no ver cumplidas sus terribles expectativas, pero cambiamos rabietas por asma infantil y volvieron: " Hasta los tres años no vas a salir de la consulta de pediatría". Se me saltaban las lágrimas.

Pasaron esos pronosticados tres años y realmente abandonamos las consultas pedíatricas. De lejos las vi venir armadas con sus feroces lenguas: "Ahora te lo quieres comer y cuando crezca lamentarás no habértelo comido". Esa era su frase, su lema, su consigna. Siempre donde mi, nunca donde mi media naranja.

Y creció y lamentamos no habérnoslo comido (su querido padre también suspira por haberle hincado el diente en su momento).

Ahora sólo me queda esperar. Sé que en algún momento cuando llegue a la cincuentena recibiré una carta ultra-secreta en la que se me explicará como participar en este complot para la expansión de la natalidad.

ESTUDIOS

Llega de clase mi querubín, deposita desde la puerta de su cuarto "cuidadosamente" la mochila justo en la mitad de su habitación (sino estaba bien cerrada la cremallera se salen el estuche y un par de cuadernos). Se quita las playeras del 45 y caen una a cada lado de la mochila. Su jersey acaba, por supuesto también en el suelo, cerca de la ventana.
Yo:"Traes muchos deberes"
Querubín: "No"
Yo: "¿De que?
Querubín: "De lengua"
Yo:"¿de inglés no tienes nada?"
Querubín: "Si, una ficha"
Yo: "¿Y de francés?
Querubín: "Sólo unos ejercicios del libro"
Yo: -Alzando levemente la voz-"!!Y de las demás tienes algo¡¡"
Querubín: "No me chilles, sólo de natur y de mate, pero no son para mañana".
Yo: -Gritando, pero con mucha psicología materna-"¡¡Y examen de historia el jueves, así que ponte inmediatamente a estudiar!!"
Mi ángel recoge la mochila del centro de su cuarto -dejando alguno de los cuadernos y el estuche caídos en el suelo- y se sienta a estudiar en la mesa de la sala (antes estudiaba en su cuarto pero el control materno ha decidido que mejor en la sala).
Pasados dos segundos se levanta, va a su cuarto y vuelve con el estuche, yo miro sin decir nada pero comenzando a notar un principio de ulcera. Se sienta. Se levanta. Va a su cuarto y vuelve con uno de los cuadernos que había dejado en el suelo. Se sienta. Abre el cuaderno. Abre el estuche. Se levanta.
Yo: ¡¡Se puede saber donde vas!!
Querubín: "Al cuarto de mi hermano a por un lápiz"
Yo: -Gritando- "¿y los tuyos?
Querubín: "Estarán en clase".
Opto por callar aunque oigo claramente como mi ulcera va formándose.
Se sienta. Abre el libro. Lo mira como las vacas al tren durante un minuto. Pone la fecha. Se levanta. Enciende la luz -son las cinco de la tarde de un bonito y soleado día de primavera-. Apago la luz.
Yo:"¡¡Ponte a estudiar de una maldita vez!!".
Los siguientes diez minutos son de silencio y los ejercicios de una de las asignaturas se terminan al fin. Se levanta.
Yo:"¡¡Ahora donde narices vas!!"
Querubín: -Mirándome extrañado y pensando que su madre es una histérica -"a merendar".
Vuelve de la cocina,saca el libro de historia y estudia cinco minutos, viene donde mi, me entrega el libro y me dice: "ya me lo sé, preguntame". Yo, aunque valoro mucho la inteligencia de mi ángel, no puedo creer que se lo sepa, pero le pregunto la lección en un acto de fe maternal. Por supuesto no se la sabe.
Se sienta de nuevo, pasan cinco minutos y va al baño, vuelve a sentarse, a los cinco minutos trae de nuevo el libro. Mi ulcera ya no habla, grita. Comienzo a estar preparada para presentarme el jueves al examen de historia. Mi querubín aún no.
Se pone delante del libro, le obligo a hacer un resumen, se queja, insisto, lo hace. "Ya me lo sé". Le pregunto casi sin tener que mirar al libro. No se lo sabe. Mi ulcera ya es sangrante.
Vuelve a estudiar. Acaba la  tarde con estos resultados:
-Ejercicios cien por cien completados.
-Letra más bien mala
-Ortografía mejorable
-Historia: Yo preparada para sacar un sobresaliente, querubín seguro que aprueba.
-Mi ulcera: Ya camina...¡Se está haciendo mayor!.

LAS ENFERMEDADES

Mi querubín es hipocondriaco. Podrían ustedes pensar en que este problema es derivado del momento "peloenlasaxilas", pues no. Mi ángel es hipocondriaco desde pequeño.

Cuando era muy chiquitin y tosia, preguntaba: "¿si toses te puedes morir?", si le salía un grano preguntaba:"¿si te sale un grano te puedes morir?2, si se hacia una herida la pregunta era:" ¿si te haces una herida te puedes morir?". Había también otra versión en la que preguntaba si era grave: "¿es grave la varicela?", "¿un resfriado es grave?".

Un día la pediatra le preguntó sobre una de sus (afortunadamente) escasas enfermedades infantiles y al ver que mi ángel comenzaba a explayarse y a exagerar, interrumpí y le dije: "tenga Usted en cuenta que mi niño es un poco hipocondriaco". La pediatra me miró, miró al niño con sus cinco o seis añitos y no contestó, pero sé (lo sé con absoluta certeza) que pensó: "o esta madre es imbecil o no tiene ni idea de lo que es ser hipocondriaco". Preferí callar.

Es fácil que no me crean tampoco quienes me están leyendo. Creo que un par de episodios en la vida de mi ángel les harán confiar en mi palabra.

Una vez estabamos en la terraza de la septima planta de un hotel. Estabamos comiendo y al llegar el postre sacamos melón. Mi serafín que entonces tendría unos siete añitos cogió un cuchillo de punta redondeada -de esos que no cortan ni el pan- y procedió a partir en trozos una rodaja de melón. El cuchillo alcanzó su entonces tierno y regordete dedito (mi memoria no alcanza a recordar si de allí salió una gota de sangre o no) y mi ángel empezó a gritar. La terraza daba a la piscina del hotel y puedo asegurar que las personas que disfrutaban de su baño miraron a nuestra terraza para saber de donde surgían tamaños gritos.

Con esta anecdota tal vez piensen:"bueno, exagerado si, pero ¿hipocondriaco?.

Hace un par de meses mi ángel fue dos veces seguidas al baño y notó que el fruto de sus esfuerzos no tenía la consistencia de otros días. La segunda vez salió del servicio y me dijo: "ama, tengo descomposición". Yo le calme, le dije que sólo había ido un par de veces e intenté tranquilizarle, pero mi querubín es persistente como la sequia y al cabo de un rato vino donde mi blanco como un fantasma y con la lagrima a punto. "He mirado en medicina.com y pone que la diarrea puede matar", me dijo. Ahora me creen, verdad?.

LAS LLAVES

Todos hemos tenido algún problema con las llaves en algún momento de nuestra vida. Llaves perdidas, extraviadas, robadas, dejadas en casa.Puede pasar.

A mi querubín le pasa también, pero...TODO.  A mi media naranja y a mi nos costó mucho hacerle entrega de unas llaves a nuestro ángel, ya que su media de cosas extraviadas (bolígrafos, chamarras, jerseys, etc...) era muy elevada, pero al final su Señor padre le dejo las suyas para que mi arcángel fuese a por una de las múltiples cosas que había olvidado en casa.

Primera en la frente. Querubín vino donde mi y me pidió las llaves para ir a casa a por algo olvidado. Yo se las deje -por supuesto sin conocer que mi honorable esposo ya le había dejado las suyas y por lo tanto sin sospechar nada-. Al rato, bastante rato, mucho rato, vuelve angelito mio y con lágrimas en los ojos nos dice que las llaves de su amado padre están colocadas en la cerradura por dentro de la puerta de casa y aunque ha intentado con las mías abrir, no se puede.

Su paciente padre, su querido tío y un amable amigo fueron a casa a intentar con eso que tan sencillo parece ser para los ladrones de meter una tarjeta y abrir la puerta. Tarjetas, radiografias, alambre y  cerrajero que tras el pago de los correspondientes euros abrió la cerradura.

Pasaron unos meses -supongo que ustedes entienden nuestros temores-, antes de atrevernos a prestarle otro manojo de llaves. Lo hicimos para que recorriese la fastuosa distancia de 600 metros que hay de casa a la academia de inglés. La angelical criatura llegó más tarde de lo habitual y como ya sospecharán...sin llaves.

Su siempredispuestamadre, osea yo, salí a buscarlas. Miré en todas las alcantarillas, bajo todos los coches, pregunté en bares, tiendas, fui a la academia. Nada. Las llaves habían desaparecido. Solución: Llamar a nuestro cerrajero (que a este paso acabaremos tomando copas con él), pagarle 200 euros y cambiar la cerradura.

Creerán Ustedes que no hay más formas de fastidiar a una madre con unas llaves. Pues están en una terrible equivocación. Como creemos -que somos mu'psicologos- que al querubín hay que darle responsabilidades, a pesar de todo, a los seis meses de los últimos 200 euros le volví a dejar llevar las llaves al colegio. Mi ángel salió de casa a las tres y yo a las cuatro tenía que ir a recoger a querubincito -vamos su hermano pequeño-. Cual fue mi sorpresa al ver que no podía abrir la puerta. "Se ha estropeado la cerradura, pensé", pero como he parido al querubín se me ocurrió que tal vez, solo tal vez, podía haberse ido dejando las llaves en la cerradura ¡¡por la parte de fuera!!. Llamé a mi santa hermana que sin comer vino a rescatarme. Yo esperaba en casa con un ojo puesto en la mirilla.

Al llegar, abrió la puerta tranquilamente con las llaves que tan gentilmente había dejado mi ángel para quién quisiera entrar en nuestro acogedor hogar.

Hemos pensado por unanimidad mi media naranja y yo, osea la naranja entera, que los veinticinco nos parecen una buena edad para regalarle al niño el llavero con las llaves de casa.

CREMAS Y POTINGÜES VARIOS

Lo primero decir que yo no soy mucho de cremas,bueno matizaré, no soy de echarme cremas, porque comprarlas si las compro.
Llego al Mercadona y las veo en su montón, así como en pirámide...y me llaman. Pienso: "si toda esta gente se está pegando por coger este bote de crema de caviar, como voy a ser yo menos." Siento que si no la compro las arrugas van a comenzar a colocarse a montones en mi cara, marcando profundos surcos que abría que llenar con cemento. Y la compro.
Tengo en la estantería del baño una crema de caviar, otra de oro, la de Diadermine, una que saco Mercadona antes de la de caviar,etc... y todas nuevecitas, oiga usted.
Las abro, las huelo (que yo soy muy de olerlo todo), las pruebo una noche -las encuentro todas pringosas, frías, desagradables- y las dejo en la estantería.
A veces, cuando me he puesto seria conmigo misma las he usado dos, tres días seguidos. Los resultados no han sido nunca los esperados -supongo en parte que no he dado un margen mínimo a sus componentes milagrosos- y siempre, siempre su maravillosa hidratación ha conseguido colocarme dos a tres granos de estos que duelen y duelen y nunca acaban de salir por más que los aprietes.

Mi ángel ha salido a mi en esto. Cuando me acompaña al mercadona va eligiendo cremas, desodorantes, geles, champús, gominas...una vez se empeñó tanto en una crema (que según él era maravillosa -que se lo había dicho un amigo-)que se la compré. Ha pasado a formar parte del fondo de armario ya que al llegar a casa nos dimos cuenta que la maravilla era una hidratante de color para hombre -y no era cuestión de que mi querubín acabase amarillento-anaranjado-.
Lo de la gomina para el pelo  es otro tema. Aquí si que es experto mi arcángel. No le gusta en cera, pero la textura, color y olor tienen que ser los adecuados. No puede dejar restos (de esos que parecen caspa y que yo creo que dejan todas las gominas) y tiene que conseguir que un pelo duro y relativamente corto como el de mi niño quede al estilo de David Villa.
Esto supone aproximadamente media hora de baño y miradas a todos los espejos que se le ponen por el camino. ¡¡Que paciencia, que paciencia!!

LA TELEVISIÓN

En este campo no veo muy afectado a mi angelito tras el momento "peloenlasaxilas". Sus gustos televisivos han cambiado poco en los últimos diez años.

Cuando alcanzó la madura edad de los cuatro años he de reconocer que yo vi la luz, o por lo menos deje de ver a los teletubbies. Aquello era como una droga en cuatro colores. Todos los capítulos eran basicamente iguales, empezaban con aquellos muñecajos rodando ladera abajo y cantando "teletubbies, teletubbies" hasta unirse gritando "ABRAZO FUERTE". Mi querubín miraba a la tele con la boca abierta y sin mover musculo alguno -creo que tampoco pestañeaba en los veinte minutos que duraba aquel bodrio, perdón, serie-.

Cuando aquellos peluches con forma de extraterrestres-televisores-figuras de parchis-drag queens se metían en su casa y nos enseñaban su fabulosa vivienda, la cosa iba de mal en peor. Se dedicaban a desayunar tirando las tostadas por el aire y tras mancharlo todo se marchaban dejando al aspirador que limpiase aquella guarrada. Mi niño miraba fijamente a la pantalla y aprendía, vaya que si aprendía.

Pero como os decia, a partir de los cuatro años su mente se abrió y descubrió... Pokemon. A los cuatro años empezó a ver a Picatxu, a los seis veía Pokemon, a los ocho continuaba con Pica, Pica, Picatxu, a los diez aún vendían tazos de Pokemon, a los doce había cromos de Pokemon, a los casi 14 pone la tele y mirandola fijamente con la boca abierta y sin mover un sólo músculo...ve Pokemon.

Sólo ha habido una diferencia en el sofa de casa en estos últimos diez años, su hermano pequeño se incorporó -por supuesto boca abierta incluida- a disfrutar de las maravillas que hacen los entrenadores Pokemon con sus bolas.

EL BAÑO

Antes, en aquel periodo previo al famoso día de los pelos, a mi angelical criatura había que arrastrarla al baño. ¡A la ducha! era la frase que levantaba una fraternal pelea sobre cual de los dos hermanos iba primero. "Yo fui primero ayer", "no, fui yo", al final el pequeño era el que entre lágrimas y lamentos entraba en la ducha para eliminar la abundante mugre acumulada durante el día. Ahora no, ahora entra en el baño, está un rato mirándose en el espejo cada uno de los granos que le han comenzado a salir -aún no se ha dado cuenta que no los va a desintegrar con la mirada-, luego entra en la ducha y se oye caer el agua..."acaba de una vez"...y se oye caer el agua..."estoy aclarándome"... y se oye caer el agua..." ya está bien, acaba ya"...y se oye caer el agua..."me tengo que lavar la cabeza"...y se oye caer el agua..."o sales o entro"...se deja de oír caer el agua.

Con eso crees que saldrá del baño, craso error, aún le falta perfumarse (litros y litros de desodorante Axe -cuanto daño ha hecho su publicidad-) y afeitarse el bigote (maquinilla de afeitar con gel incorporado -regalo de su tío-), que barba aún no le ha salido.

Todo este proceso viene a durar más o menos tres cuartos de hora y cinco o seis gritos.

Sale del baño con el pijama puesto, el pelo húmedo y dejando un rastro a desodorante mezclado con after shave que para esconder su paradero estamos.

Tras esto entro en el baño y .... Atila dejaba sus campos de batalla mucho más ordenaditos que mi ángel. La toalla de baño en el suelo, la máquina de afeitar en el lavabo, el desodorante,el gel, el champú, el after shave, todo sin tapa en la bañera. El vaho invade el ambiente y el olor a vapor mezclado con diferentes fragancias hace de mi baño una sauna.

"Ven inmediatamente a recoger todo esto" es el grito final de su proceso de aseo personal.

MI HIJO ES ADOLESCENTE

Un día mi querubín, con lo bien que me comía y me dormía va y me dice: "me están saliendo pelos" y levanta el brazo enseñándome una axila que parecía un bosque frondoso.

Ese momento lo cambió todo. A partir de ahí su personalidad de querubín comenzó a ser tan variable como los trajes de Lady Ga-Ga. Unos días se levanta por la mañana y me come a besos y abrazos mientras hincha el moflete y me lo ofrece diciéndome: "tú, dame tú un beso, pero de los grandes", para momentos después, tras decirle yo algo tan simple como:"si cariño, pero abre la ventana y ventila tu cuarto", empieza a protestar, gruñir e incluso en algunas ocasiones soltar un sospechoso humo negro por las orejas.

Mi querubín mide un metro setenta y pesa 60 kilos de angelical corpachón. Es deportista y su anchura comienza a parecerse sospechosamente a un armario ropero. Hace ya unos meses que su principal entretenimiento es colocarse al lado de toda aquella persona adulta que mida menos de un metro setenta y decirle con una sonrisa que le ilumina la cara: "te has quedado pequeñita" -creo que sobre mi querubín tendría algo que decir la psicología-.

Su frase favorita, por supuesto después de "hay algo para comer", es "así te lo digo". Ustedes pensarán en un "así te lo digo" tipo Paris Hilton, con meneo de cabellera y voz aguda. Pues no. El "así te lo digo" de mi adolescente es brusco  y con voz grave (como nunca la tuvo aguda nos hemos perdido el , supongo, bonito y a la vez desconcertante proceso del cambio de voz). Con ese "así te lo digo" corta bruscamente cualquier discusión, apoya su discurso e incluso certifica la veracidad de algo. Por poner un ejemplo: mi querubín en la mesa con la mirada baja contándome que en el último control de lengua ha sacado un cuatro, yo mirándole fijamente y comenzando mi discurso de madre de un adolescente (no sé en que estas pensando, ya sabia yo que ibas a suspender, no me dijiste que tenías un examen, así como te voy a ayudar, no te esfuerzas, tú que podrías sacar sobresalientes en todo....) él levantando de manera progresiva la mirada -a la par que la seguridad en si mismo- : "es la profesora que cambio el examen, va a pillarnos, nos tiene manía, además...sólo han aprobado tres personas...¡Así te lo digo!".