miércoles, 11 de mayo de 2011

CREMAS Y POTINGÜES VARIOS

Lo primero decir que yo no soy mucho de cremas,bueno matizaré, no soy de echarme cremas, porque comprarlas si las compro.
Llego al Mercadona y las veo en su montón, así como en pirámide...y me llaman. Pienso: "si toda esta gente se está pegando por coger este bote de crema de caviar, como voy a ser yo menos." Siento que si no la compro las arrugas van a comenzar a colocarse a montones en mi cara, marcando profundos surcos que abría que llenar con cemento. Y la compro.
Tengo en la estantería del baño una crema de caviar, otra de oro, la de Diadermine, una que saco Mercadona antes de la de caviar,etc... y todas nuevecitas, oiga usted.
Las abro, las huelo (que yo soy muy de olerlo todo), las pruebo una noche -las encuentro todas pringosas, frías, desagradables- y las dejo en la estantería.
A veces, cuando me he puesto seria conmigo misma las he usado dos, tres días seguidos. Los resultados no han sido nunca los esperados -supongo en parte que no he dado un margen mínimo a sus componentes milagrosos- y siempre, siempre su maravillosa hidratación ha conseguido colocarme dos a tres granos de estos que duelen y duelen y nunca acaban de salir por más que los aprietes.

Mi ángel ha salido a mi en esto. Cuando me acompaña al mercadona va eligiendo cremas, desodorantes, geles, champús, gominas...una vez se empeñó tanto en una crema (que según él era maravillosa -que se lo había dicho un amigo-)que se la compré. Ha pasado a formar parte del fondo de armario ya que al llegar a casa nos dimos cuenta que la maravilla era una hidratante de color para hombre -y no era cuestión de que mi querubín acabase amarillento-anaranjado-.
Lo de la gomina para el pelo  es otro tema. Aquí si que es experto mi arcángel. No le gusta en cera, pero la textura, color y olor tienen que ser los adecuados. No puede dejar restos (de esos que parecen caspa y que yo creo que dejan todas las gominas) y tiene que conseguir que un pelo duro y relativamente corto como el de mi niño quede al estilo de David Villa.
Esto supone aproximadamente media hora de baño y miradas a todos los espejos que se le ponen por el camino. ¡¡Que paciencia, que paciencia!!

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